25.9.07

Margarite d'ete


Quieres brincar el principio y llegar al final.
Te has vuelto perezoso para hacer el camino. No quieres andar más. Quieres llegar al momento en que finalmente te abrace. Buscas retener el olor de su cuello aspirando las páginas de su libro. Pasas una a una las hojas con lentitud. Pasas una a una las hojas con lentitud como desearías pasar tus ojos en sus pupilas. En su boca. En su espalda. Colocas imperceptiblemente tus dedos índice y medio sobre el costado como querrías posar tus manos en sus costillas. Recorrer su piel. Estremecer su espinazo. Tus dedos treman al sentir las hojas tostadas bajo tus yemas. ¿Temblarán tus manos al sentirla a ella? La buscas en páginas amerillenta que no lees. Cierras los ojos, no quieres poesía. Quieres una piel. Deslizas tus manos por sus ángulos afilados. Heridas de papel en tu hepidermis.Como desearías herirte al rozarla. Besas el poema escrito en su mejilla de página 96. Aspiras el Himno a Neptuno mientras sumerges tu rostro entre las letras como desearías sumergir tu rostro entre sus piernas. Muerdes los límites del texto como morderías sus labios azucarados.

Te obligas a soltar las hojas apenas sostenidas por viejos hilos, no te permites la pasta fría sobre tu pecho ardiente. Sobre tu vientre tembloroso.
Sorprendido en el intento, abandonas.
Sin embargo ahí está, en el olor de ese libro escrito en otro tiempo, tantas veces entre sus manos, hasta quedar deshojado.
Deshojado, como desearías quedar tú a su lado.

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