28.1.08

Camino del dragón por las inmensidades


El Dragón en las Inmensidades de las Penumbras
Ataca a los fantasmas sin saber que ya lo tiene todo ganado.
El Caminante Dragón se halla en el mejor de los lugares, pero aún confuso, persigue a espejismos y libra batallas con fantasmas exteriores e interiores... ¿cuándo abrirá los ojos?
Una actitud así sólo desgasta sus energías, pero de cualquier manera no hay daño posible; el Caminante es protegido por la Tierra, es decir por sus muy favorables circunstancias.

Claves: No se debe derrochar las circunstancias favorables en cosas inciertas, ni tampoco se debe dudar cuando los hechos hablan.

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Mi tirada del I-ching día 28
AHhhh!! por qué seré tan necia??

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21.1.08

bovarysmo policromático



Día 21:
Salimos al semidesierto por primera vez. Cameraman manejaba, Cy de copiloto, el venado y yo detrás jugando a meter balines en una tablita y a hacernos cosquillas en las axilas. Llevabamos apenas una hora de viaje cuando nos detuvimos a la orilla de un río para tratar de subir hasta el abrigo rocoso chichimeca que veíamos desde la carretera que va de Colón a Tolimán. (tomar un litro de café negro antes de salir no ha sido una idea buena, mi vejiga está por reventar y la opción de "pisear" en el campo no me convence)
Ha empezado a subir la temperatura y es probable que tengamos oportunidad de quitar el toldo y empolvarnos un poco. Los espíritus de cabra han decidido escalar el cerro. A él no lo detiene ni el arnés postoperatorio que usa. Yo me muero de miedo y me tiemblan las piernas al tratar de cruzar el río por las piedras. Yuk lo recuerda y vuelve por mí; me va diciendo donde poner mis pies mientras me anima: ¡vamos, verita, tú puedes! ¡dame la mano!
Toño se queda para hacer las filmaciones que necesita; nosotros tres avanzamos río arriba (o río abajo, en realidad no lo sé). Yukash quiere trepar y en un momento hay que escalar como arañas. Comienza a hacerlo, lo sigue Miguel con mucho cuidado, mientras yo desisto. Yuk me dice que suba, pero prefiero volver. En el camino me topo con un chivo trepado en una piedra. Si fuese un poco como las personas, seguro se estaría riendo por dentro y su quietud estaría recordandome el miedo de vera ante los cerros. Por suerte no lo es y sigue dedicado a su pastura.
En la vuelta me espino una mano, las puntas se hunden y no logro sacarlas; ya será mi cuerpo quien las expulse. Logro cruzar las piedras de nuevo y llego hasta Toño que sigue filmando. Espero a mis compañeros sentada en una piedra a la orilla. Me duele el culo y prefiero volver al auto.
Seguimos en el camino. Llegando a Toliman vamos al mercado a comer gorditas con guisos; el niño sentado a mi lado me agrada como pocos, hay un perro olisqueando cerca nuestro,y él se divierte haciendome creer que olisquea mis nalgas.
Terminamos de comer y los chicos deciden que es hora de ponerme al volante. Me da un poco de nervio y emoción. La temperatura ha subido lo suficiente y bajamos el toldo. Toño seguirá filmando, Miguel será mi copiloto y Yukash espera a un mejor lugar para ponerse de pie y sacar la cabeza por la ventana.
Avanzamos, me dan temor las curvas y la velocidad, estamos en el semidesierto y los desfiladeros son profundos; la responsabilidad de llevar seguros a mis compañeros me tensa los brazos; Miguel me dice que me relaje y acelere. Acelera, Vera, acelera. Acelero, no lo suficiente como debería pero sí lo bastante como para sentirme segura. Me prohibo pensar en los cerros, lo que sucede abajo; me concentro en las curvas y los pedales, debo ver por los espejos, relajar mis brazos, girar el volante con tranquilidad poco a poco. Encarcelo a mi mente, la esposo, la pongo en camisa de fuerza, la callo de sus susurros paranoicos que quieren hacerme temblar con la idea de salir volando en cualquier curva del semidesierto. Logro vencer el miedo y manejo un rato más. Mis compañeros no saben que estoy cumpliendo una de las fantasías más esperadas de mis treinta años: yo en mi jeep, la carretera al corazón del semidesierto, el aire revolviendo mi cabello y desconectando mis pensamientos, al lado uno de mis mejores amigos y la sensación de estar finalmente, aquí y ahora. (Esa fantasía no incluia otro gran amigo en el asiento de atrás, y jamás imaginé un niño acompañandome, pero estoy segura que eso, lo ha vuelto mejor que mi fantasía)
Al llegar a San Miguel Palma, decidimos bajar el toldo, el camino es de terracería y Miguel se pone al volante. Es divertido cruzar hasta llegar a Peñamiller por ese camino de polvo y piedras. Nos detenemos en una tienda a comer algo y tomar agua. Son las seis de la tarde y debemos seguir, la temperatura sigue bajando. Nos ponemos en marcha, Toño maneja y yo vuelvo a jugar a las cosquillas con Yukash. En las curvas nos lanzamos el uno hacia el otro y jugamos u reimos hasta que la nausea de las curvas me lo impide. Nos detenemos en un mirador un momento, no mucho porque el aire helado nos hace pensar en la necesidad de estar ahí parados, aunque el atardecer sea rojo y hermoso, como esos que sólo en Querétaro he visto. Avanzamos por la carretera, se ha hecho de noche...
Tarda en llegar, y al final, al final, hay recompensa...
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Próxima parada: desierto del norte
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6.1.08

je est un autre



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Odi et amo. Quare id faciam, fortasse requiris.
Nescio, sed fieri sentio et excrucior.

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Odio y amo. Tal vez te preguntes por qué lo hago.
No lo sé, sólo siento que es así y me atormento.

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