29.9.09

mis alas de cera batiendo, combatiendo

...




...

por màs que tù seas tan bestia y yo sea tan bella, quiero bailar un slowly with you tonight

20.9.09

Bushido - 2




Meiyo




...no tengo destino, hago de este viaje el incesante camino...


Muto.
Muto y en la mutaciòn me desconozco.

Muto y en la mutaciòn mi cuerpo se transforma y no quepo en èl, se vuelve carcel de donde -sin paciencia-no podrè salir. Muto, muto y en la mutaciòn lloro por lo que fui. No me conozco. Este rostro que me mira que no es mi rostro, estos ojos que me ven que no son mis ojos, estas manos que me atan que no son mis manos, estos pies que no son mis pies, este cuello que no es mi cuello, esta espalda que no es mi espalda, este cansancio que no es mio, esta fuga de mì que no soy yo ni soy quien fui.


La nada.
Shunyata murmurante.

Tocamos tierra en la terrible isla de los efebos y mi espìritu que no es mio se impacienta. ¿Què clase de ansiedad es esta que me apremia a vivirla? ¿Què signos son estos que no reconozco? ¿Què voz, esta que oigo con destellos de un rostro querido? ¿Eres tù, Ulises?

Eres tù, Ulises, o es - apunta de no ver nada- que alucinan mis ojos. Identifìcate, quimera, fantasma o ilusiòn que te materializas ante mì. [¿Es esa -su piel- la piel que mis dedos aman y mis labios cansados y estragados de sol, desean? ¿Es ese el oasis donde me quiero sumergir, donde quiero descansar cansado de tanta sal? ¿Es este tu pecho, Ulises, o es vana ansiedad?]
Me mira con esos ojos, ¡se parecen a tus ojos! Me habla con esa voz que canta como tu voz. ¿Desvario, acaso, tambièn yo? Lo miro y divento bengala: ¿sei tu? ¿sei tu? Sus manos recorren mis ansias, conocen i segretti de i miei desideri, saben dònde venir a posar ¿Sei tu, Odiseo, e non ti reconozco, ciega de tanto buscar? Habla le tue parole, respira con tu aliento, camina con tus pies. ¡Sorride col tuo sorriso!
¡Es Ulises!
¡Es Ulises!
Grita mi ser.
...

Despierto. Alguien pone agua fresca en mi frente. Rayos del sol lastiman mis pupilas. Atardecezco entre rocas y arena blanca. Princesa - susurra. Princesa -repite. Abro los ojos. Un Efebo niño se sienta junto a mì y me pregunta si sè còmo vuelan los dragones. Yo soy un tigre-dice- gggrrrrrrrrr - ruge. Lo miro. Princesa, sientate aquì - solicita/ordena señalando una roca a su lado. ¿Princesa? ¿Princesa? -pregunto. Miro mis ropas y las orlas cuelgan da pertutto. Princesa... ¿en què me convertì? Miro mis ropas y no encuentro mi espada, miro mis ropas y no encuentro mi camisa, miro mis ropas y està ausente mi pantalòn. Miro mis ropas y veo caer sobre ellas mis cabellos sueltos y enredados. Efebo niño sonrie y me lleva de la mano hasta mis compañeros de viaje: un pirata cojo se bate contra efebos que en lengua extraña le llaman; defiende -tal fue su promesa- el honor y la vida de la tripulaciòn. Las esquirlas de capitàn DeLlira en mì me hacen buscar la herida en su costado para ver si ha sido curada por efecto del sol y la sal, del alcohol y los tres dìas de guardar. La herida està abierta, mas parece no sangrar. ¡Salvate! - me grita mientras continua en feroz batalla con el efebo mayor. ¡Contra estos no tienes protecciòn, has perdido tu espada, te confundes, no son Ulises, no son tu Ulises!
Busca la nave, seca las velas, reune tripulantes, carga municiones, ¡parte! que yo defenderè con mi cuerpo el ataque de los efebos. ¡Sàlvense ustedes! ¡Teneis que partir!

Corro por la arena, efebo niño me sigue, ¡princesa, princesa!, ¿adònde vas? Detengo mi carrera, volteo, lo miro. Su sonrisa es tan bella que por un segundo me encanta y sonrio tambièn yo. Me hipnotiza la isla, me hipnotiza el mar, me hipnotiza la arena, me hipnotiza la sal. Escucho a lo lejos el grito implacable del pirata. ¡A casa! digo mientras desentierro mi espada, mientras encuentro mis mangas y sacudo de mis ojos la imagen hermosa del falso Ulises visto al amanecer. ¡A casa!, repito y busco la nave, reparo las velas, reuno tripulantes, cargo municiones.

Princesa, adònde vas?- vuelve a preguntar. Me queda claro entonces que a la isla de los Efebos uno llega cuando tiene que llegar. Cuando las preguntas necesitan respuestas y cuando hay olvido cubriendo la realidad. Una palabra, esta vez. Una palabra que encierra un mundo. Otro cuenco màgico para ver el camino.

[Què es esta lucha que acontece en mi pecho; què, esta batalla que se libra en mi cuerpo. Què son estos cantos de sirenas en mi voz, estos murmullos de silencio en mis oidos; què, esta inmovilidad del tiempo por un segundo que detiene mis pies y me ata para desatarme despuès. Què, esta ansiedad y estas ganas de volar, y volar y volar. Què, estas ganas de volar lejos, màs lejos, màs allà de Màs Allà y màs allà de Màs Allà.]

Dios!! tù que me has hecho dios y yo que no sè cambiar.

[aun te llamo, aun te llamo]
[aun me llama, aun me llama]


Ulises no està acà.
Huyo corro escapo gritando mis piernas cansadas mi tobillo lastimado mis pies de plomo enterrado huyo corro escapo gritando acosado por fantasmas quimeras y visiones No son Ulises no son Ulises me sacude el corazòn no son Ulises no son Ulises Huyo corro escapo gritando la espada en mano cortando todo lo que se interpone entre mi barca y yo huyo corro escapo gritando adònde voy, adònde voy!!

...

Arrancada de la arena descansa en su camarote la señora C. Arrancada de la isla. Heridas màs, heridas menos. Y otro camino para navegar. Aferradas sus manos a la tierra y la espada, aferrado su deseo a las olas, aferrado su presente a Màs Allà, señora C vuelve en sì poco a poco. Què ha sido esto? realidad o solo fantasìa luego de tanto naufragar?

...

No es èl, no es èl, escucho el grito en mis oidos, no es èl, no es èl, se agita mi corazòn, no es èl, no es èl, se desesperan mis manos. No es èl. Y en no ser èl recupero la certeza de este viaje, de este periplo sin guia y sin timonel, hacia el recuerdo, hacia la ausencia, hacia querer. Y mi agobio, y mis làgrimas, y mi ansiedad se revuelven, se retuercen, se agitan, se liberan. Cedo. No tengo fuerzas hoy. Luego del trance y la mutaciòn no quedan fuerzas en mì para librar màs batallas. Luego de arrancar a la señora C de la isla no tengo màs fuerzas. Luego de navegar perdido sin rumbo interior, mi rosa de los vientos està agotada.

Oigo tu voz que me llama desde màs allà, desde Lugar Comùn y amarro mis venas a las velas saladas que me llevan, oigo tu voz que me llama como recuerdo de realidad y sacudo este embrujo de mi cabeza, sacudo este atardecer y este amanecer entre figuras maravillosas y cuerpos brillantes. Guardo mis palabras y mis ojos, reuno en un solo bulto mis ansias y mis fantasìas.

Voy a por ti, Ulises, navengando en este barco sin timonel ni capitàn, voy a por ti, Ulises.

Voy màs allà de Màs Allà, por extensiones interminables de tierra -y mar - estéril; eso nos dijo el sabio, cuando vio la seriedad en el intento de zarpar. Pero era esto o lo mismo a la orilla, esperando a Ulises, acosada por musculosos y patanes, por sucios de amplia sonrisa y palabra aduladora. No es posible resistir más, Ulises, y por ello he tenido que saber por dónde navegan tus instintos…

...

La nada
Shunyata silenciosa


En el movimiento acompasado de la nave, una vez partido de la isla, me hablo. ¿Què estoy buscando? Recuerdos. Recuerdos. Torsos desnudos que no son lo que deseo, sino lo que quiero ser. Un torso libre y desnudo caminando tranquilo por la arena. Un torso desnudo y tranquilo recorriendo el universo. Un torso desnudo y tranquilo volviendo a ser.

¿Què es esto? Un polizonte en la nave!! ¡Vive dios, que se ha subido!
¿Què, se ha subido? ¿Quièn osa trepar a mi nave sin permiso?


.......

(trata de regresar que yo no sè volar en tu cielo)

mùsica de fondo

9.9.09

Bushido - 3



Rei





...no tengo patita, es que la tengo desconchabadita...


El capitàn DeLlira està sentado en la orilla de la nave que se suponìa debìa guiar. Sòlo por nombre fue elegido. DeLlira hace de Tifis y para evitar ser sentenciado por las Moiras, renuncia al timòn y se hace a un lado. En su lugar, la Infanta U se hace cargo. Sentado està hace tres diarios mirando el mundo lejano a travès de su caleidoscopio lunar. "Tres dìas sobreviven los marinos en la mar - piensa - tres dìas para llegar a la isla a la que no sè bien a bien si quiero arrivar".

...

Se le mira, contrito. Quizo contar la travesìa y se atrasò por diversos motivos. Uno de ellos, el recuerdo aùn tangible de la primera locura brumosa que le vio arrojarse al mar desnudando su travestida personalidad y gritando desde su no-ronco pecho: no soy machìn!! extendieronse sus alitas pedestres y sus atados cabellos se liberaron. Cayò por mar su traje de marino y al descubierto quedò el sìmbolo del dragòn grabado en cintura reducida. Tritòn la recibìa.

Tiempo ha de esa aventura, la marca permanece sin embargo como herida de guerra en el pie siniestro. Amarra consigo, regalo y tesoro, el primer objeto en la cinta de su espada samurai: el cuenco màgico que Tritòn le dio, aquèl que muestra el camino a seguir para navegar sin peligro hasta el siguiente lugar. Un par de escamas brillantes cuelgan y tintinean en su cuello empezando asì un nuevo collar.

Avanza el navìo saliendo de la espesa bruma. Una herida en el costado desangra a la señora C, herida que -aprovechando el puñal la bruma- la obliga a delirar. DeLlira trasmutado hace las veces de compañìa y enfermero: ¡Capitàn, capitàn! llama a gritos desde su camarote la señora C. Acaso aùn por sus heridas no ha visto que ya no hay màs capitàn. Una niña pequeña intenta hallar sus otrora de plomo pies.

DeLlira delira entre las redes mirando el amanecer. Una ligera nostalgia le roza el alma: ha dejado de ser lo que antes fue. Ha amanecido y con el sol se mira la isla delante, la temida isla con sus cuarenta vigilantes, desnudos todos del torso hacia arriba. DeLlira delira mientras piensa còmo amarrarà sus impulsos de dragòn carnìvoro liberado para poder socorrer a su amiga en este trance. Se pregunta tambièn porquè viene en este viaje.

DeLira se aquieta, acompasa su respiraciòn con el tranquilo ponto y respira profundamente aspirando el adelantado olor de los Efebos espectantes. El aire los acerca, los escollos los alejan.

DeLlira se prepara: ¿còmo tomarè mi espada con fuerza suficiente? ¿Còmo tenderè el hombro para la cabeza de la compañera herida? ¿Còmo caminarè al ritmo de la urgencia que demandan estas heridas? DeLlira sigue curando sus propias heridas. Se dobla en este amanecer bajo el peso de su cuello lastimado y resentido, de sus vertebras desplazadas, cojea el paso siniestro y no alcanza por màs que se apresure al diestro en el andar. Mira su cuerpo, lo sabe lastimado, se sabe dolido, se conoce herido. Y una nueva tristeza en èl hace nido. Paciencia y disciplina - susurrò el Oràculo de Ching al consultarlo en la partida. Paciencia y disciplina, lo que nunca ha podido conseguir.

¿Estoy acaso equivocando el rumbo? -resuena en sus oìdos. Una mueca de triste felicidad acompaña su latido. Ha dejado de ser lo que antes fue. Un requiem por el hombre muerto. Un minuto de silencio por el capitàn DeLlira, timonel encantador de sirenas ignorantes y bonachones jinetes. Caìdo a manos de una mora salamandra acuàtica.

Pero ¿DeLlira ha dejado de ser? Acaso ahora màs que nunca vuelva a mutar, como desesperado Orlando, para cruzar la tierra que se avecina con sus cuarenta peligros y colgar en su cinta y en su collar solamente trofeos, sin nada que lamentar.