2.12.08

mi corazón es un tambor


A mí me pasó al revés, bueno, no sé qué tan al rev´s o al mismo lado. La cosa es que hace un par de semanas empecé a sentirme rabiosa. Muy rabiosa, a todo aquél que se acercaba a mí le mostraba mis dientes que no mi sonrisa en una mueca extraña, pero mia, absolutamente mia y real como mis pies. Pasé varios días, una semana así, gritando, tirando, rompiendo y llorando hasta cansarme. Le eché la culpa a mi mamá por haberse muerto. Le eché la culpa a mi papá por haberse muerto. Le eché la culpa a Eme Á por no entenderme. Le eché la culpa a Ele y Erre por estar lejos. Le eché la culpa al boiler por estar descompuesto. Le eché la culpa a Ludovico, por haber desaparecido. Y pensé: esta rabia me va a matar.
Pero no me mató. Sólo me torció un poco más al convertirse en tristeza. La bella cosa es que no era la tristeza de la depresión, era eso, sólo eso: tristeza. Tristeza. Y me puse triste, y caminé triste, y hablé triste y me reí triste y comí triste y dormí triste y lloré triste y corrí triste y me revolví triste y me alegré triste y viajé triste y volví triste.
Una noche me dio por pensar. Pensar en la tristeza. ¿De dónde viene y adónde va? Y pensar y pensar en la tristeza me llevó a sentirme mal por sentirme mal, a enojarme por sentirme mal, a llorar por sentirme mal, a gritar por sentirme mal y enfurecerme por sentirme mal. Y ahí está que se me ocurre decirle a alguien toda la palabrería circundante a mi tristeza. Y ahí está que me responde si no sólo podía sentirme triste y ya. Sin todo lo demás.
Y ahí está que encendí mi coche (y como dice el cantante español: metí primera, segunda, tercera, cuarta, quinta y me fui al centro, solo en la noche oscura), dando vueltas por cualquier calle diminuta y escondida por donde no pasé antes nunca. Me detuve en el mirador de Milenio III, al que hace muchos años los teatreros amigos y yo llamabamos disneylandia. Hacía frío, mucho frio, la masa polar número no sé cuál que afectó el país. Mucho viento helado que me cortaba el rostro y las manos. (Porque, qué sería de la tristeza y las ganas de llorar si no hay reacción en la naturaleza ) Y me veia a mí misma como en una película vieja y efectista. Parada ahí, lejos de la ciudad, parada ahí en sus olanes, llorosa y rabiosa, demandante y gritona, cuestionando a dios y la vida porqué porqué porqué, hasta que me cansé y bajé del cerro metiendo de mas el acelerador y llegué a casa, donde de nuevo me esperaba la soledad entre mis sábanas, para oir de nuevo ese sonido, ese espasmo que repite cada noche un-dos, un-dos, mi corazón es un tambor.

16.11.08

no me nombres por favor













porque soy vacío y sustancia

porque soy continente y contenido

a la hora en que llegan los tiburones mordiendo mis costados, clavando sus diminutos colmillos en mi piel que se resquebraja, agrietada mi musculatura.

mientras alguien canta loas al naranjo en flor, esta mañana de domingo, fría y norteada, yo también declaro que no es de piedra mi textura.

mientras en mi corazón se agita el desasosiego de lo imposible, la ansiedad de la ausencia y la desesperación de la ilusión amputada; acabo de darme cuenta que me falta frialdad y me siento socio de la soledad.

a lo Fanny Fink, también, yo tampoco voy a ofrecerme como una naranja pasada.

11.11.08

un barquito de cáscara de nuez


El fin de semana pasé, quizá, mis más novedosas horas en el agua. Se siente bien no tocar la tierra. Se siente bien estirar las piernas, las puntas de los dedos y no rozar la arena. Se siente bien estar a más de un metro de distancia de la orilla. Se siente bien moverse en el agua y flotar, avanzar un poco, retroceder, volver a avanzar, dar una pequeña vuelta, irse familiarizando con el agua, con el fondo lejano y mover los brazos uno tras otro. Por primera vez no pasé todo el tiempo viendo sólo cómo los demás se divierten y nadan, claro, aún no crucé un lago, aún no nado sola, pero el hecho de moverme un poco más libre fue ma-ra-vi-llo-so! Me tenía fascinada la sensación del agua al mover las piernas y no tocar nada, la sensación de perder el miedo y alejarme de la orilla, queriendo dentro de poco poder avanzar más. Sin miedo, contenta, a salvo.

Estar ahí, en esa agua, flotando y sin tocar fondo me hizo recordar las veces que casi me ahogo en el ojo de agua de Ixtepec por no saber nadar y no usar chaleco salvadidas. Dos veces. También me hizo pensar en mi recién adquirida orfandad. Quizá por la cercanía con el agua tengo ahora una representación visual de mí misma respecto a la falta de mis padres. Me siento como si de pronto me hubiesen lanzado a lo más profundo del mar, de noche, sin orillas cercanas o siquiera visibles, sin saber nadar, sin chaleco salvavidas ni llantita para flotar. Y mi trabajo es respirar ahí, mantenerme a flote. Nadar y salvarme. Tengo la sensación de no tener tiempo para tener miedo, aunque miedo tengo y mucho; si me tardo en lograr flotar me ahogaré; si me tardo en aprender a nadar en el mismo instante, me ahogaré. Y así me siento, queriendo mantenerme a salvo, sin hundirme, queriendo salvarme, nadar y llegar a alguna orilla.
Esta recién adquirida orfandad sólo puede llevarme a dos puntos: en el primero vencen el miedo y la ausencia, la tristeza, la falta de voluntad y coraje, me ahogaré irremediablemente, me hundiré por siempre en la desesperación y el llanto, en la dependencia de mis muertos. En el segundo, tendré que volverme un pez y nadar en un segundo, tendré que volverme cocodrilo, entrar y salir a tierra y agua indistintamente; tendré que mutar de inmediato, volverme un ser independiente, vivo, que estira la espina y levanta la cara, que mira al mundo como el sobreviviente de su propia tragedia.
Hay días en los que gana terreno el desasociego y quiero que todo termine, que la soledad termine, que la ausencia termine, que el llanto termine, que los años terminen.
Hay días, sin embargo, en los que quiero que la libertad no termine, que las piernas no se cansen, que la risa me persiga y la vida me contagie.

Un día, estaré parada en una de esas dos orillas que por ahora siguen un poco distantes. En la noche, mientras camino, no puedo ver bien cuál de las dos esta´más cerca y hacia cuál de ellas me dirijo. Lo hago a ciegas un poco, algunas veces con auxilio de luciernagas.

Un día estaré parada en una de esas dos orillas, y el tiovivo de mi corazón habrá llegado al final de un camino.

Mientras, sigo moviendo las piernas, jalando todo el aire que pueden guardar mis pulmones y sigo. Floto. Camino.

1.11.08

010908


Guendanabani xhianga sicarú, ne gasti ru niunganda laa, diuxi biseenda laanu idxi layú, ne laa cuidxi laanu ra nuu.
Napu qué gapu zielu, cadi ti napu ziaanu, nahuini naro de irá zabii, ne cadi huidxe guuyu laa ma zedabi, ti bisaana sti, nga huaxa que ziuu dxi.
Laanu ma ziuunu guibá, xunaxidó nga gapa laanu ndaani ná.

Mis labios enmudecieron ya, al intentar decirte adios, ¿qué será de mi alma si al fin, voy a vivir lejos de ti?

Ven a mi lado ingrata, ven vida de mi mismo ser, quiero verme en tus ojos y extasiarme en el aliento que tu boca expira, con la dulzura innata de tu amante alma, que el destino indestrucible me obliga con pena a dejarte marchar.

Ora ma ziuunu ricahui ndaani yóo, huadxi siadó ni biaana ruuna re nisa lu spidóo, ne rixuilú zuhuaabe galaa batóo ti nisadóo, canaba lú xunaxidó, uca laa ndaani ladxidóo.


Ausente de ti voy a vivir mi bien, pero con fe, vives en mi triste corazón, tuyo es. Eres el ángel que del cielo vino a esta vida de pesares a endulzar mi amarga juventud. Pero si por desgracia, mueres o muero yo, allá en la otra mansión, ante el creador me uniré a ti.

Guiruti na qué zie, de irá napaa xhi chee, ora ma guidxiña dxi zaduunanenu ne irá ni ma zee.


[trad. zapoteca]

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A cantar, que como decía el tio Alvaro, cuando estés triste busca una manera de sonreir, por eso canta, canta, canta...

17.10.08

4.10.08

yo quiero ser...


No una chica Almodovar, pero sí una chica Fanny Fink.
Y quiero bailar en la azotea desnuda y pintada con Orfeo.
Y quiero llorar hasta que me escurran los mocos.
Y quiero reírme de mis tropiezos.
Y quiero prender una vela que se consuma hasta el final.
Y quiero un gorro negro, safe blanked
Y quiero un perro merodeando mi puerta.
Y quiero una amiga estrafalaria.
Y quiero una percusión marcando el ritmo de mi corazón.
Y quiero construir un ataud para aventarlo desde mi ventana.
Y quiero sonreír corriendo por el bosque.
Y quiero un liguero negro diminuto.
Y quiero un tarot de huesos africanos.
Y quiero un extraño suceso del más allá en mi vida.
Y quiero creer aunque todo esté en contra.
Y quiero un número misterioso.
Y quiero un guiño desde el más allá.
Y quiero un elevador donde decir la verdad.
Y quiero brincar por las noches.
Y quiero dormir abrazada a mi mejor amigo.
Y quiero celebrar mi cumpleaños con la muerte.
Y quiero bailar rien de rien contigo a mi lado.
Y quiero, reír, reír, y reír.
Y quiero vivir, vivir a lo Fanny Fink!

28.9.08

Adios Butch!


Se murió Paul Newman. Para mí, Butch Cassidy, con sus ojos azules, hermoso. Una de las primeras películas que vi cuando era niña, con mi papá, en el destartalado cine de la sección 22 en Salina Cruz, fue Butch Cassidy and Sundance Kid. Ni qué decir, fanática como era (soy) de las pelis de vaqueros, que en casa jugué durante días y meses con mi hermano Fanqui a ser los ladrones del western. Yo jugaba el rol de Cassidy, mi hermano era el Kid. Una de esas tardes, llegó la hora de los ahorcados y lo que teníamos a la mano era un cable y con él jugabamos. Debiamos ahorcar al maloso Kid, así que con el cable enredado en mi hermano jalé de más, hasta que él lloró y una linea roja más que veloz se trazó en su cuello. Qué espanto. Me aterré y lloré. Él me dijo que no llorara, que no pasaba nada, y yo quizá lloraba más pensando en la chinga que me metería mi papá si se daba cuenta de lo que había hecho. Entonces mi hermanito sacó nuestros siempre usados paliacates rojos y me dijo sonriente: juguemos a ladrones! nos atamos los paliacates a la cara y taparán mi cuello! De más decir que todo el día fuimos ladrones.
Me salvó, una de tantas veces más.

22.9.08

14 palabras



El chico que goza de la invisibilidad ha cumplido 14 años. Cómo hemos cambiado. Hace unos días, una chica con quien voy a trabajar algo para la segunda INTERFAZ me dijo que si nunca había pensado en sacar el dibujo a la ciudad, una suerte de holograma, sacar a Anónimo del anonimato. No voy a negar que me movió su comentario y un par de días más tarde me fui a mi papelería preferida a buscar un nuevo fabriano para actualizar esta historia. Rebuscando en el cajón de historietas (histerietas, como decía el monero), encontré el primer dibujo que hice de él. Por esos días andabamos todos enterandonos de la existencia del EZLN y del sub Marcos, así que esos primeros Anónimos están cargaditos de soldados, retenes y sustitos por tierras oaxaqueñas. Sin embargo, en su mente andaban ya los primeros versos que luego darían paso al libro "Cazador de fuegos fatuos", que son las cosas que él escribe desde entonces. Hoy, cuando la frase de aquellos días "todos somos Marcos" ha mutado por varias y dificiles razones en "todos somos narcos", Anónimo está más que metido en sus laberintos emocionales y existenciales, buscando la nueva estabilidad de su vida, tratando de reencontrar la estabilidad perdida luego de la muerte de Sarafina, la presencia traicionera de Xquenda, el amor dulce de Lei y la irrupción sísmica de una chica de quién aún no sabemos el nombre. Pi y el hermano siguen a su lado, igual que los intermitentes Alex Infectus y Mirla Rouge, quien por cierto sigue con la melena roja y enormes botas.
El año pasado Anónimo estuvo a punto de morir y me veía yo organizando el velorio para enterrarlo en tierras queretanas, pero no se pudo. Es más fuerte de lo que pensabamos y al paso de otro año se encuentra más vivo y encendido que nunca. Se ha vuelto un dragón, se ha puesto un tatuaje, ha aprendido a no tener miedo y sobre todo, ha aprendido a recordar a Sarafina con suave dulzura.

Y quién sabe...quizá ya es la hora en que salga de los cuadernos y los cajones, salga del closet! y ande por ahí, paseandose por el mundo.

...

La metáfora puebla de maravillas la realidad.

5.9.08

x


Voy a ser tu mayordomo y vos harás el rol de señora bien

29.8.08

14.8.08

Romance de la pena roja

Gracias a la pirata Lorencilla hoy he recordado mi infancia. Entre las muchas travesuras que hice y de las cuales aún traigo conmigo las marcas, hay una que pasé muchos años escondiendo de mi familia, y que dije la verdad de lo sucedido ya hasta que habíamos dejado Ixtepec y tenía un par de años (o más) viviendo en Querétaro.
Un domingo por la tarde nos estabamos alistando para ir a misa en familia, como dios manda. Yo me metí a bañar, pero antes había visto una película de vaqueros. Creo que tendría unos 8 ó 9 años, y el baño de mi casa era muy grande; al entrar estaba un lavabo, después la regadera y al fondo la taza de baño. Yo me llevé un paraguas al baño e influenciada por la peli (no recuerdo cuál era y me gustaría) empecé a jugar bajo la lluvia. El lavabo era el balcón de la chica guapa de mi peli, la regadera era el espacio de la calle enfrente de mi casa y la taza del baño era el caballo del guapísimo vaquero. Total que iba yo de un lado para el otro brincado del lavabo a la lluvia y de la lluvia al caballo. Oh, sí nena, quieres dar una vuelta conmigo? Ah, no, no puedo salir, no me lo permiten, y parpadeaba mil veces por segundo. Está lloviendo, no me puedo mojar. Ah, nena vamos, sólo daremos un pequeño paseo.. Y así llevaba ya un buen rato cuando de pronto, al brincar de nuevo a mi balcón, éste no resistió más y ahí va la bella dama con paraguas y nubes en la cabeza a dar al piso, el lavabo estrellado en pedacitos y el agua saliendo a chorros por la tubería. Me recuerdo a mí misma gritando y salir gateando del baño llena de sangre y colgarme del cuello de mi mamá como un changuito tembloroso. Mi hermano con el ruido salió corriendo pensando que era un temblor, de los comunes en Oaxaca, mi papá salió a alcanzarlo antes de que se estampara en el portón. Mi hermana se quedó en el pasillo viendo la escena y después buscó una tina para que ahí cayera el agua.
Mi mamá me tenía cargada y no sabían ni por dónde empezar la curación. Nadie entendía qué había pasado.
De esa aventura del oeste saqué tres dedos, las rodillas, una pierna y una nalga heridas. Me pusieron café en las cortadas y me ataron los dedos. Ahí vamos, un domingo por la noche, en un pueblo, a buscar un doctor. El único que encontramos no tenía suficiente anestesia y debió elegir entre mis dedos y mi nalga para adormecer. Ya no recuerdo dónde puso la anestesia, pero recuerdo muy bien el trapo gris que me dieron para morder y la mano de la enfermera que yo apretaba. Me cosieron los tres dedos centrales de la mano derecha y la herida en la nalga también derecha. La pierna y las rodillas no necesitaron puntos. Yo juré y volví a jurar esa noche que jamás volvería a hacer travesuras, que llevaría por siempre en mi cuerpo las marcas que me recordarían lo que no debía hacer y lloraba y lloraba como una magdalenita asustada. Por supuesto que a la semana ya andaba yo abriendo el portón cancelado de la casa con pinzas y desarmador.
Después del remiendo, fuimos a casa de mi abuelita María y me acuerdo que estaban mis tios y primos también. Ahí lo verdaderamente vergonzoso: a ver?? qué te pasó? a ver las heridas! en los dedos? y la nalga? y ahí Verita enseñando la mano, la pierna, las rodillas y bajandome los shorts para exhibir mi preciosa cicatriz en la cola.
Durante una semana no fui a la escuela, y cuando me preguntaban que me había pasado decía que me había cortado con un cuchillo, que me había cortado los dedos y al caerse me corté la pierna. Lo de la nalga no lo explicaba porque pensarían que este cuchillo era más inteligente que la bala solitaria que mató a Kennedy.
Durante años en mi casa me preguntaban qué había pasado en realidad pero no solté prenda. Mi secreto del romance entre el vaquero y la dama rouge bajo la lluvia me lo pensaba llevar a la tumba, pero lo evitó una de esas tardes familiares en que todo va tan bien, que uno cuenta hasta sus más secretas boberías.

8.8.08

57 días y 56 noches

Intento cumplir una promesa que hice esta tarde.
Han pasado 55 días desde que mamá murió, mismos que a ratos de alargan hasta el infinito, y de súbito se desvanecen como minutos apresurados. Sigo con la sensación de irrealidad en el cuerpo y en la mente. [Mi terapeuta quizá me diría que aún sigo en la primera fase del duelo, la incredulidad, por ello no tocamos el tema. Nadie tiene prisa por sanar]

Llevo tres noches sin medicación, suspensión voluntaria. En su lugar intento atrapar el sueño moviendo muebles, cargando cajas con libros y discos, tirando enormes bolsas de basura, pitando paredes de rojo obsesivo, tirando muros, abriendo ventanas. Mi cuerpo se cansa, pero mi mente sigue el galope desbocado hacia mis recuerdos. Las noches pasadas abrazando a mi madre como si fuese un bebé, acurrucada en mis brazos, recargada en mi pecho, mientras comiamos paletas de limón y naranja, regresan a mi lado, pero no encuentran mis brazos su cuerpo y sus ojos negros no me miran más con su infnita ternura. Duele.

El terapeuta dice que no debo exigirme lo que no soy capaz de darme por ahora, que viva mi duelo y me tome el tiempo necesario para llorar y estabilizarme de nuevo. Mi prisa por poner una sonrisa en mi rostro. Mi ansiedad por buscar nuevos medicamentos, nuevas terapias, cualquier aguja que se clave tanto en mí que me haga olvidar el dolor de saberla muerta. La extraño.

He pensado en beber de nuevo, en emboracharme hasta cantar a gritos la canción ´para los muertos que aprendí en mi pueblo. Guendanabani xianga sicarú, ne gasti tú, riu ganda laa. Nada sirve. Sólo el tiempo, que como dice Bunbury, no es un doctor.

21.7.08

***

Cerrado por derribo

8.7.08

sometimes it hurts



...eres la compañia con quien hablo, de pronto, a solas...

14.6.08

***


Aujourd'hui, maman est morte. Ou peut-être hier, je ne sais pas.















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El otoño recorre las islas
(J.C. Becerra)


A veces tu ausencia forma parte de mi mirada,
mis manos contienen la lejanía de las tuyas
y el otoño es la única postura que mi frente puede tomar para pensar en ti.

A veces te descubro en el rostro que no tuviste y en la aparición que no merecías,
a veces es una calle al anochecer donde no habremos ya de volver a citarnos,
mientras el tiempo transcurre entre un movimiento de mi corazón y un movimiento de la noche.

A veces tu ausencia aparece lentamente en mi sonrisa igual que una mancha de aceite en el agua,
y es la hora de encender ciertas luces
y caminar por la casa evitando el estallido de ciertos rincones.

En tus ojos hay barcas amarradas, pero yo ya no habré de soltarlas,
en tu pecho hubo tardes que al final del verano
todavía miré encenderse.

Y éstas son aún mis reuniones contigo,
el deshielo que en la noche
deshace tu máscara y la pierde.

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Vendrá la muerte y tendrá tus ojos
( C. Pavese)

Vendrá la muerte y tendrá tus ojos
esta muerte que nos acompaña
desde el alba a la noche, insomne,
sorda, como un viejo remordimiento
o un absurdo defecto. Tus ojos
serán una palabra inútil,
un grito callado, un silencio.
Así los ves cada mañana
cuando sola te inclinas
ante el espejo. Oh, amada esperanza,
aquel día sabremos, también,
que eres la vida y eres la nada.

Para todos tiene la muerte una mirada.
Vendrá la muerte y tendrá tus ojos.
Será como dejar un vicio,
como ver en el espejo
asomar un rostro muerto,
como escuchar un labio ya cerrado.
Mudos, descenderemos al abismo.

29.5.08

Cien años de soledad



Terminaron llorando juntos y Aureliano sintió por un momento que el dolor había terminado. Pero cuando volvió a quedar solo en la última madrugada de Macondo, se abrió de brazos en la mitad de la plaza, dispuesto a despertar al mundo entero, y gritó con toda su alma:

-¡Los amigos son unos hijos de puta!

...

20.4.08

jamais-vu


Mi casa ha dejado de ser mi casa - te digo - mientras permaneces inmutable en tu silla a diez años luz de aquí. Mi cama ha dejado de ser mi cama. Miro mis pies y no reconozco estos zapatos, ni estos calcetines, mucho menos este pantalón a cuadros que, supongo, me has puesto tú. ¿He estado aquí toda mi vida? Dónde estuve nueve minutos antes del décimo. Yo no estuve aquí antes, esto nunca me había sucedido. Me miras con tus pupilas de galaxia en extinción donde ya no habito. Me miras desde la soledad perfecta de una fotografía colgada en mi pecho. [¿Me miras, Sarafina?] Esta taza no es mi taza y alguien bebe de ella; aún el humo y el olor se desprenden de ese té desconocido y ajeno. ¿Adónde he sido traido? Me parece despertar de otro mundo. Este aire que no es mi aire de dónde ha venido. Vacío.

[¿Lleno de mí, sitiado en mi hepidermis? No - fuera de mí, exiliado de mi ser]

Mis manos descocidas que ya no son mis manos. Mi yo que no soy más yo. Mi rostro que me mira sin que sepa quién me ve.
jamais-vu

29.3.08

32


Esto no va más.
Mi verdadera vida la sigue viviendo por mí, Sarafina FaMale. Escucha -le he dicho- voy a leerte algo que escribí hace unos días. No soy tu lector -me respondió un poco fastidiada. No soy tu lector -como cada vez que insisto en leerle mis diarios. Me he quedado mudo. Ella se ha levantado de su pequeña silla de forros anaranjados y se ha marchado en busca de agua. Ha vuelto con dos vasos y me ha extendido uno Toma -dijo- estás secandote. Yo me he quedado en silencio observando las diminutas burbujas pegadas al cristal. Pensando, gravitando en el vacio.
Cuando hubo pasado suficiente tiempo y corriamos el riesgo de no volver a hablar nunca, ella ha vuelto a ponerse de pie. Se ha quedado frente al espejo dándome la espalda y ha comenzado a contarme una historia. La historia de un hombre -dijo- cuyo único talento consistía en escribir libros. Escribía frenéticamente páginas y páginas en sus madrugadas insomnes y mañanas febriles. Un hombre capaz de hacer libros perfectos, redondos como nísperos, pero incapaz de tener siquiera un amigo. Un hombre cuyo talento literario lo había llevado a la soledad absoluta, al aislamiento recalcitrante, y que eligió -entre muchos posibles- un terapeuta, a quien fingía engañar con una extravagante distimia que sólo él podía ayudarle a mejorar. Un hombre que acudió, durante mucho tiempo, puntual a la cita cada tercer día con las páginas de sus diarios memorizadas para repetirlas a su doctor, y que acabó convirtiendose a sí mismo en un libro en busca de un lector.
Yo continué callado. Sus palabras se movían en mí como círculos concéntricos de agua. Se sentó de nuevo. Me miró con su mirada de años luz y guardó silencio.
La miré despacio. La grabé en mi mente. Me puse de pie. Me tomé el agua y salí cerrando la puerta sin hacer ruido. Bajé las escaleras, salí a la calle, me alejé; yo ya no podría volver.

.......

[Los nombres de los personajes han sido cambiados para su protección. Cualquier parecido con la realidad, es una pena.]
[el dibujo es de Federico del Barrio; León Doderlin]
.......
[este sí lleva destino: mi querido E, quien no me tocó en la repartición de bienes. Pero a quien siempre, irremediablemente, quiero, extraño y recuerdo. Y si pasas por acá, que sepas que aún no nos cortamos el cordón umbilical. ]

22.2.08

Habana Blues


Empezar de nuevo sin destino y sin tener un camino cierto que me enseñe a no perder la fe,y escapar de este dolor sin pensar en lo que fue.
¿Cuánto aguanta un corazón sin el latido de creer? en lo bello, en la verdad de la esperanza de esta sed de amar, en los sentimientos que se quedan, sueños que perduran; y busqué y subí y fui preso entre las alas del amor sin distancias ni recuerdos en las arenas de esta soledad...
Y cierro los ojos sólo para comprender cuánto aguanta un corazón sin el latido de creer.

[ Arenas de soledad ]
[ Habana Blues ]

6.2.08

Shih Ho: la mordedura tajante



Hexagrama 1Arriba Li, lo adherente, el fuego

Hexagrama 1Debajo Chen, lo suscitativo, el trueno

Solución general: Cuando un obstáculo se opone a la unión, el éxito se obtiene atravesándolo con una enérgica mordedura. Esto rige en todas las circunstancias.
Este signo hace referencia a situaciones donde la conducta de ciertas personas es muy peligrosa o muy dañina. No se trata de desavenencias, de malentendidos, sino que se trata de personas que están haciendo daño conscientemente, que están obstaculizando con ello la unión entre personas destinadas a estar unidas. Debido a la gravedad de su comportamiento, aquí no se recomienda llegar a un acuerdo a medio camino, sino que se recomienda una actuación enérgica que castigue el comportamiento de esas personas, las cuales solo dejaran de hacer daño cuando reciban el castigo. Es decir, cuando las personas no son muy egoístas, ni su comportamiento es muy grave, lo conveniente es llegar a un acuerdo. Sin embargo, hay personas que solo mejoran su comportamiento cuando reciben un castigo.

...

nada que decir..mucho por hacer
...

4.2.08

febrero de las encrucijadas



Algunas veces creemos que vamos a un lado y en realidad vamos a otro. A veces los estragos son lo mejor que nos puede pasar, aunque de entrada duela, aunque de entrada descorazone.
En su vientre, el nuevo estrago gesta un embrión de libertad.

...

pero duele, aunque no quiera concentrarme en ello.

...

duele, pero es hora de decir adios

28.1.08

Camino del dragón por las inmensidades


El Dragón en las Inmensidades de las Penumbras
Ataca a los fantasmas sin saber que ya lo tiene todo ganado.
El Caminante Dragón se halla en el mejor de los lugares, pero aún confuso, persigue a espejismos y libra batallas con fantasmas exteriores e interiores... ¿cuándo abrirá los ojos?
Una actitud así sólo desgasta sus energías, pero de cualquier manera no hay daño posible; el Caminante es protegido por la Tierra, es decir por sus muy favorables circunstancias.

Claves: No se debe derrochar las circunstancias favorables en cosas inciertas, ni tampoco se debe dudar cuando los hechos hablan.

...

Mi tirada del I-ching día 28
AHhhh!! por qué seré tan necia??

...

21.1.08

bovarysmo policromático



Día 21:
Salimos al semidesierto por primera vez. Cameraman manejaba, Cy de copiloto, el venado y yo detrás jugando a meter balines en una tablita y a hacernos cosquillas en las axilas. Llevabamos apenas una hora de viaje cuando nos detuvimos a la orilla de un río para tratar de subir hasta el abrigo rocoso chichimeca que veíamos desde la carretera que va de Colón a Tolimán. (tomar un litro de café negro antes de salir no ha sido una idea buena, mi vejiga está por reventar y la opción de "pisear" en el campo no me convence)
Ha empezado a subir la temperatura y es probable que tengamos oportunidad de quitar el toldo y empolvarnos un poco. Los espíritus de cabra han decidido escalar el cerro. A él no lo detiene ni el arnés postoperatorio que usa. Yo me muero de miedo y me tiemblan las piernas al tratar de cruzar el río por las piedras. Yuk lo recuerda y vuelve por mí; me va diciendo donde poner mis pies mientras me anima: ¡vamos, verita, tú puedes! ¡dame la mano!
Toño se queda para hacer las filmaciones que necesita; nosotros tres avanzamos río arriba (o río abajo, en realidad no lo sé). Yukash quiere trepar y en un momento hay que escalar como arañas. Comienza a hacerlo, lo sigue Miguel con mucho cuidado, mientras yo desisto. Yuk me dice que suba, pero prefiero volver. En el camino me topo con un chivo trepado en una piedra. Si fuese un poco como las personas, seguro se estaría riendo por dentro y su quietud estaría recordandome el miedo de vera ante los cerros. Por suerte no lo es y sigue dedicado a su pastura.
En la vuelta me espino una mano, las puntas se hunden y no logro sacarlas; ya será mi cuerpo quien las expulse. Logro cruzar las piedras de nuevo y llego hasta Toño que sigue filmando. Espero a mis compañeros sentada en una piedra a la orilla. Me duele el culo y prefiero volver al auto.
Seguimos en el camino. Llegando a Toliman vamos al mercado a comer gorditas con guisos; el niño sentado a mi lado me agrada como pocos, hay un perro olisqueando cerca nuestro,y él se divierte haciendome creer que olisquea mis nalgas.
Terminamos de comer y los chicos deciden que es hora de ponerme al volante. Me da un poco de nervio y emoción. La temperatura ha subido lo suficiente y bajamos el toldo. Toño seguirá filmando, Miguel será mi copiloto y Yukash espera a un mejor lugar para ponerse de pie y sacar la cabeza por la ventana.
Avanzamos, me dan temor las curvas y la velocidad, estamos en el semidesierto y los desfiladeros son profundos; la responsabilidad de llevar seguros a mis compañeros me tensa los brazos; Miguel me dice que me relaje y acelere. Acelera, Vera, acelera. Acelero, no lo suficiente como debería pero sí lo bastante como para sentirme segura. Me prohibo pensar en los cerros, lo que sucede abajo; me concentro en las curvas y los pedales, debo ver por los espejos, relajar mis brazos, girar el volante con tranquilidad poco a poco. Encarcelo a mi mente, la esposo, la pongo en camisa de fuerza, la callo de sus susurros paranoicos que quieren hacerme temblar con la idea de salir volando en cualquier curva del semidesierto. Logro vencer el miedo y manejo un rato más. Mis compañeros no saben que estoy cumpliendo una de las fantasías más esperadas de mis treinta años: yo en mi jeep, la carretera al corazón del semidesierto, el aire revolviendo mi cabello y desconectando mis pensamientos, al lado uno de mis mejores amigos y la sensación de estar finalmente, aquí y ahora. (Esa fantasía no incluia otro gran amigo en el asiento de atrás, y jamás imaginé un niño acompañandome, pero estoy segura que eso, lo ha vuelto mejor que mi fantasía)
Al llegar a San Miguel Palma, decidimos bajar el toldo, el camino es de terracería y Miguel se pone al volante. Es divertido cruzar hasta llegar a Peñamiller por ese camino de polvo y piedras. Nos detenemos en una tienda a comer algo y tomar agua. Son las seis de la tarde y debemos seguir, la temperatura sigue bajando. Nos ponemos en marcha, Toño maneja y yo vuelvo a jugar a las cosquillas con Yukash. En las curvas nos lanzamos el uno hacia el otro y jugamos u reimos hasta que la nausea de las curvas me lo impide. Nos detenemos en un mirador un momento, no mucho porque el aire helado nos hace pensar en la necesidad de estar ahí parados, aunque el atardecer sea rojo y hermoso, como esos que sólo en Querétaro he visto. Avanzamos por la carretera, se ha hecho de noche...
Tarda en llegar, y al final, al final, hay recompensa...
...
Próxima parada: desierto del norte
..

6.1.08

je est un autre



...
Odi et amo. Quare id faciam, fortasse requiris.
Nescio, sed fieri sentio et excrucior.

...

Odio y amo. Tal vez te preguntes por qué lo hago.
No lo sé, sólo siento que es así y me atormento.

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