12.9.10

IX - La Balada del Dragón; Canto segundo





30- Li, lo que se adhiere, el fuego
arriba: Li, lo que se adhiere, el fuego
abajo: Li, lo que se adhiere, el fuego






De lo que sucediò ahì dentro, poco o nada quisiera recordar.  Estragado como salì a flote, mis labios enmudecieron y aunque no sè cuànto tiempo transcurriò, sè que transcurriò una vida.  Ya no era yo. Mùltiples sucesos me rasgaron, montones de manos me ataron y con sus uñas me hicieron cicatrices que aun no se borran de mi piel.  

Una inmensa tristeza se adueñò de mi alma. Habìa yo viajado hasta el centro del ocèano de lodo en busca de una orquidea solitaria. Pìrrico, asì me sentì. Habìa alcanza la orquidea solitaria, la tenìa justo a mi lado tomada de mi mano, un sòlo corazòn los dos cuando tocamos la salida del pantano. Pero yo estaba triste y mudo. Tres maestros del engaño me habìan vencido.




*******
Nueve en el tercer lugar: en la luz del sol en el ocaso, el hombre puede golpear su caldero y cantar, o puede lamentarse; infortunio.

Žádné komentáře: